miércoles, 25 de enero de 2012

¡VIVA LA AEROFAGIA!


Si amigos, como lo oís. El primer antecedente de las armas químicas y bacteriológicas lo encontramos en tiempos del Rey Fernando I.

Era algo más rudimentario que los métodos actuales, pero muy efectivo. Os cuento.

Dos horas antes de entrar en combate, las huestes se metían "pal" pecho y a cara de perro un quilo de garbanzos por barba, seguidos de tres vasos de agua templada y una siesta de treinta y cinco minutos.

A la hora de entrar en batalla -momento más algido de la digestión "garbanzal"- y a la orden del Oficial "Pedero" -antecedente de la palabra "Torpedero"-, una fila de soldados "culo en Pompa", lanzaban la primera andanada de cuescos, después la siguiente y la siguiente, así hasta haber dado tiempo a los primeros a recargar sus tripas de gas...

El efecto, sin ser mortal, causaba al enemigo un estado tal de desazón que muchos ejércitos bien pertrechados fueron vencidos sin empuñar una sola espada.

Nuestro Cid, Rodrigo Díaz de Vivar, fue uno de los primeros en utilizar estas tácticas tan sabias contra el invasor musulman.

Y es que siempre hemos sido unos pioneros, aunque ahora se nos niegue...

Carmugón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario